Les dije


Leo en tus ojos, leo luces de neon, rumbos a la húmeda ciudad del amor veo también un ardor, como aquel que se restregó en el cuello, sentimientos de hambre y bochorno, un mundo en tus ventanas abierto y resplandece, liberado de si, viciosos y bellos tus ojos acentúan la comisura de tus labios que perfilan la sonrisa del mundo, así de grande que no basta con abrir las manos en cruz, así de bella que no se compara con nada excepto si misma, por supuesto, ¿Quién embelese su vida por un segundo de ese tierno y pícaro gesto? me preguntaron - Les dije, aquel que corresponda con el mismo afecto.

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